Todo parecía ir sobre ruedas. Trabajo por doquier, dinero fácil, cenas, cine, ropa, etcétera, pero un día nos levantamos y nos encontramos con la tenebrosa, pesada e insoportable palabra CRISIS. ¿Y ahora que? ¿Quien tiene la culpa? ¿Nosotros? Quizá por vivir por encima de nuestras necesidades. ¿Ellos? Por habernos vendido la moto.
Son estas las preguntas que conllevan al gran debate desde que nos dimos cuanta que nuestra vida fue durante un largo período el cuanto de La Cenicienta, y mas que con este, hoy nos podríamos sentir identificados con el de Blanca Nieves. Nos han dado la manzana envenenada y aun estamos esperando a que el príncipe nos despierte.
Lo crucial aquí y ahora, no es buscar culpables, es admitir realmente que hay un problema social y ante este se deben buscar soluciones. Nadie ha optado por este camino, el gobierno cerró los ojos y espera a que el huracán termine de pasar arrasando con lo que haga falta.
Nadie mas ha vuelto hablar del tema, ya no es noticia, ya no esta de moda. O nos hemos acostumbrado o es que hemos aceptado que esa es la realidad que nos toca, que estamos indefensos y desamparados.
¿Quienes cambiarían las leyes hipotecarías sino ellos mismos? Los que están mirando para el patio trasero mientras entran a robar por la puerta delantera.
¿A caso no les parece suficiente a los bancos la propiedad como garantía del préstamo hipotecario, que aparte de eso nos exigen nuestras propias vidas?
¿Para que se tasa una propiedad?, si después, de todos modos les pagaremos hasta que salgamos con pies por delante. Un poco injusto para la mayoría de la gente, ¡pero tan real!
Una dura realidad ante la que no tenemos, ni debemos callarnos pase el tiempo que pase.
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